martes, 9 de marzo de 2010

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¿Por qué será que, después de luchar contra gigantes, afirmar tus pasos, tu fe y tus pensamientos, cuando sientes que avanzas con la fuerza del Señor y conforme a su propósito en ti, sin saber muy bien como, despiertas dentro de un remolino en el que no te has dado cuenta que has entrado? ¿porqué después de haber logrado tener paz en la espera, confianza en las situaciones difíciles, y hallar respuesta a la oración, cuando te das cuenta, ya estás envuelta en una vorágine de estrés y descontrol?
¿Te has desconcentrado? ¿Has dejado de fijar tu vista dónde habías decidido ponerla? ¿Simplemente te has relajado?
No puedes decir en qué punto concreto se ha desencajado la cremallera, pero el caso es que ya no cierra, y ha perdido su función: tienes que arreglarla, o cambiarla, pero debes hacer algo, sola no se arreglará...
Así me encuentro ahora: descontrolada, pasada de rosca... Un mes después de haber vivido la paz, la confianza y la fe de manera tan real que podía palparla...

¡Señor! Ayúdame a volver a tu control, a tu camino y... sobretodo, a caminar a tu paso, y en tus pasos.

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