miércoles, 21 de octubre de 2009

¿Por qué?


Miro a mi alrededor: al más alejado primero y después, inevitablemente, al más cercano... y no puedo dejar de preguntarme cómo somos -soy- capaces los cristianos de confundirnos tanto a nosotros mismos y a los demás... El otro día hablaba con mi padre que me parece más sencillo que se convierta una persona que no tiene ningún conocimiento de Dios que un hijo de creyentes... ser hijo de creyentes tiene sus ventajas -yo lo soy, y, cuando volví al Señor, sabía muy bien cuál era el camino de vuelta-, pero también sus inconvenientes: ver las cosas desde dentro nos da más excusas en contra de la fe...
La verdad, sin embargo, es que es más sencillo mirar alrededor y señalar lo mal que lo hacen todos los demás, que quedarse calladito y quietecito tratando de descifrar los enigmas de nuestro propio corazón, de nuestras actitudes y pensamientos, y descubrir que en ellos hay pecado.
Cuando, después de tiempo de luchar en nuestro interior contra el concepto de iglesia, los sistemas y todas estas cosas que pueden llegar a enervarnos, Dios nos brinda la oportunidad de hablar el evangelio a alguien que no tiene ni idea de lo mal que lo hacemos los cristianos, nos damos cuenta de cuán lejos nos hemos ido de la base de nuestra fe... Y, avergonzados, volvemos a hablar de Cristo, el incomparable, el sacrificio del cuál no podemos entender después de más de 10 años de creyentes, y el amor del cuál hemos dejado de apreciar como aprecia aquél que no le conocía...
Cuando vuelvo a mirar a mi alrededor, y pienso un poco más, me doy cuenta de la confusión en qué hemos sumido al cristianismo, y no es más que una muestra de la misericordia de Dios que aún permanezcamos en sus caminos y aún queramos conocerle más y amarle, a pesar de nosotros mismos.
Me pregunto porqué tenemos que ser nosotros los que nos carguemos la Palabra, la Fe, la Persona, cuando hemos sido llamados a ir y predicar las buenas nuevas de la salvación... Por mucho que trate de encontrar las causas en mi alrededor más lejano, hay algo que me dice que están en el más cercano...
Como decía Paul Washer en una predicación: 'muy pocas personas quieren ser bíblicas en las cosas sencillas que Dios nos ha ordenado. La vida cristiana comienza con la simple obediencia'.
Eso duele: duele reconocer que el principal problema del cristianismo está en nosotros mismos, en mí. Pero hasta que no nos arrepintamos, seguiremos llevando confusión a nuestro alrededor, en lugar de luz.
Que Dios tenga misericordia de nosotros no nos exime de nuestra responsabilidad...

febe*

1 comentario:

GUSMAR SOSA dijo...

Te estoy aplaudiendo...Por un lado: la obediencia y hablar de Cristo, de nuestro Señor, del Unico, del VErdadero no sometido a nada, Cristo.
Por otro lado la "responsabilidad" de deshacer lo que hemos construido para hacer complicado a quien sencillamente se entregó por nosotros, mediante un acto que solo habla de amor. Quienes hemos escogido ese doble camino (por obsesión tonta, estupida) deberíamos tener presente ambas cosas.
Saludos, se te extraña-