jueves, 15 de mayo de 2008

Demasiados días sin actualizar...


La vida tiene su ritmo, a veces pausado, a veces trepidante... Y muchas veces el ritmo de la vida nos marca nuestra relación diaria con Dios. Lo digo por mí, pero supongo que no debo ser la única...
Yo llevo unos días de cambios, de situaciones difíciles de sobrellevar con naturalidad... y esto causa una especie de ritmo que, además de trepidante, parece ser errático... Trato de encontrar mi momento y lugar para estar con Dios, para leer Su Palabra, para orar... y parece que todos los lugares están llenos de gente y todos los momentos ocupados...
Dios tiene misericordia con nosotros, y es bueno, ¡menos mal que Él es siempre fiel en esto! pero mi fidelidad me reporta grandes beneficios, que sólo experimento al practicarla...
Ahora mismo escribo esto, lo comparto con el mundo -contigo, seas quién seas, estés dónde estés, que estás leyendo estas líneas- y estoy dejando que el tiempo trepidante pase y éste, no volverá.
Una hermana decía el otro día que, en realidad, tenemos todo el tiempo, la frase 'no tengo tiempo' no es verdad; lo que pasa es que no lo aprovechamos con la mente clara de lo que significa que pase. Un día más, 24 horas, semanas, meses, años... vida... y ¿para qué la uso?

Hay tiempo para cada cosa, pero todo el tiempo nos lo da Dios, así que, en realidad, es suyo.

Mejor que vaya a hacer aquello sobre lo que estoy teorizando...

febe*

1 comentario:

izando velas dijo...

Que bueno, justo hoy estaba pensando en ue hacia muchoq eu no actualizabamos y tenia este mismo pensamiento sobre el tiempo. Es verdad que llevabamos no se cuantos dias sin actualizar por "falta de tiempo". Es horrible como la agenda se llena y te vas a dormir a las 12 de la noche, rebentado pensando: hoy he hecho muchas cosas ¿pero donde ha estado Dios en todas ellas? (al menos eso me pasa a mi.
He leido esta manaña en Juan 21, el Señor ya ha resucitado, los discipulos cogen la barca y se van a pescar y el Señor viene, y si lo lees bien y te das cuenta de las distancias, como no les pegara un grito, no le hubieran oido, porque la barca estaba a 200 codos de la costa....
Necesito que Jesús me pegue un grito y me haga volver a la costa a comer con él (con todo el respeto lo fdigo, pero ya me entendeis)
un beso
raquel