lunes, 11 de febrero de 2008

TODOS LOS DÍAS



"He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo" (Mateo 28:20b)

¡Qué palabras tan consoladoras! ¡Y tan reales!

Una promesa de Cristo a sus discípulos. Una promesa de Cristo para nosotros sus redimidos. Jesucristo está conmigo cada día, en cada momento, hasta que le pueda ver con mis propios ojos el día de Su Segunda Venida. y eso lo sé "de memoria", y por supuesto me lo creo, pero no está muy a menudo esta realidad en mi mente.

Hoy, ahora, Jesucristo está conmigo. Ascendió a los Cielos, ¿Y qué hace allí? ¿Cuál es su oficio? Es interceder. Cristo está conmigo intercediendo delante del Padre, presentando por Su Sangre mis oraciones, para que puedan ser aceptadas por el Padre, y respondidas, cuando sean oradas en su Voluntad.

Jesucristo está conmigo porque El quiere, no hay otra razón o explicación. ¿Acaso lo merezco? ¿Acaso soy tan justa y perfecta para que El quiera estar conmigo? Madre mía si tuviera que depender de eso... Jesucristo derramó Su Sangre en la Cruz del Calvario porque me ama. No lo hizo porque me amaba en un momento pasado solamente, lo hizo porque me ama también ahora. A pesar de los pesares, me ama.

Y en este día me he dado cuenta de cuán extensa es la misericordia de Dios, de cuántas cosas me ha librado: de una vida desgraciada, sujeta al pecado o a los mismos demonios, de una vida gobernada exclusivamentevpor mis propios pensamientos, o por mis propos sentimientos, o los de otro... me siento tan agradecida, y a la vez tan perpleja!

Tengo un Padre, que me ha hecho su hija por su pura gracia y bondad. Me sorprende, aún no lo entiendo, como la Trinidad se dio entera por mi redención. El Hijo entregándose, el Padre entregándole sin perdonarle "quién a su propio Hijo no perdonó", el Espíritu Santo viniendo a morar en mi espíritu. ¡Cuánto nos ama el Padre para no perdonar a Su Hijo perfecto en el moemnto de la Cruz! El pensamiento demoníaco es: "que padre mataría a su hijo", ni los demonios ni los humanos perdidos entienden de verdadero amor sacrificial, y aún a nosotros nos sorprende, mas fue así.

El acto de la Redención es en sí mismo la mayor muestra de amor sacrificial, amor hasta la propia muerte. Y de este amor es del que yo necesito aprender, y no pienso en dedicarme a vivir entregada al servicio de los desamparados (lo cual es muy honroso) sino en algo más difícil, más profundo y con mayores implicaciones para mi yo: sacrificarme delante de mi Padre, para servir a Cristo, en el Espíritu Santo. Un sacrificio de los pensamientos que aún son carnales, un sacrificio de la conducta que aún es egoista y busca su propio deleite, un sacrificio de mis miembros físicos, que aún buscan su propia comodidad. Ese es el sacrificio que yo deseo experimentar, el "de verdad", el de un corazón que suplica porque le sea mostrado su propio engaño y perversión, el sacrificio de perdonar y pedir perdón sin más, el sacrificio de amar a mi marido por lo menos tanto como me amo a mi misma (que la cosa ya cambiaría mucho, imaginemos si le amo más que a mi misma), ese el sacrificio que deseo aprender.

¿Os acordáis del salmo: "profiere mi corazón palabra buena"? así me siento ahora mismo, como una fuente que brota exclusivamente gratitud, solo gratitud por toda la obra de Dios, en todas sus facetas, en toda su perfección. Es una sensación como si hubiera un "canal" directo entre las entrañas, lo más profundo de mi ser, y mis labios, ahora mismo mis dedos, puesto que son los que os transiten mi pensamiento =)

Dios es bueno, da igual como nos levantemos mañana, si tristes o contentos, si alegres o enfadados, o dolidos, o cansados... nuestros ojos pueden mirar al cielo, y nuestro espíritu puede elevar una oración de gratitud al Padre, aunque sea "solo" por el hecho de poder llamar a Dios mi Padre.


Anna







1 comentario:

izando velas dijo...

Benvinguda de nou per aquí!

=)

febe*